La nueva Ley de Morosidad que se votará el próximo 23 de marzo en la Comisión de Industria, aunque supone reducir de 90 a 60 días los pagos entre las empresas y de 60 a 30 los abonos en los contratos con las administraciones, contempla la posibilidad de un «pacto entre las partes»: una coletilla que el PSOE no quiere eliminar de la nueva ley, y que, según los expertos, dejaría a las empresas auxiliares de la construcción, que emplean 270.000 trabajadores y facturan 60.000 millones de euros, a los pies de los caballos, al dejar en manos del contratista la fecha en la que hacer frente a las deudas con sus proveedores.