El total de viviendas sin vender en España alcanza los 2,3 millones de unidades en stock, una cifra mucho mayor de lo que el Gobierno y otros analistas han dado a entender. Así lo ha afirmado el economista Ricardo Vergés en un artículo publicado en el último número del Observatorio Inmobiliario y de la Construcción, en el que además, Vergés calcula el total debido por el sector inmobiliario a sus acreedores, que ronda los 450.000 millones. Según este experto, la deuda inmobiliaria arrastra más de 50 millones de euros diarios de intereses.
Vergés llega a esa cantidad al establecer la diferencia entre la acumulación de visados de viviendas (4,77 millones) desde abril 2002 y la suma de los registros de compraventas más la autopromoción (2,45 millones en total) desde enero 2004. Calcula que de esos 2,32 millones de viviendas iniciadas, pero no registradas a mediados de 2010, 1,3 millones estarían en construcción, ya sea en actividad (0,73 millones) o ya sea paralizadas (0,57 millones). Las viviendas restantes (1,02 millones) se encontrarían terminadas e incluso algunas de ellas vendidas pero no registradas.
Una crisis buscada y merecida
Para este experto, “el ‘stock’ inmobiliario y deuda inmobiliaria son dos caras de la misma moneda» y recuerda que el saldo vivo deudor de las actividades inmobiliarias, constructoras y de intermediación publicado por el Banco de España, que era tan sólo de 83.500 millones de euros al inicio de 2002, ha crecido desproporcionadamente hasta los 450.000 millones de julio de 2010. Todo ello sin contar las hipotecas de los compradores.
Vergés remite a las cifras de producción del Ministerio de Fomento y del INE y a los saldos vivos del Banco de España para comprobar “que la crisis no nos ha sido impuesta de fuera, sino que nos la hemos buscado en todos los sentidos de la palabra”.
Algo que ha provocado el fracaso de una oferta residencial excesiva en cantidades y en precios, lo que impide ahora a las empresas del sector terminar obras, cerrar ventas, devolver préstamos a los bancos y éstos a sus colegas europeos. “Sólo en este apartado, los intereses exigidos estarían por encima de los 50 millones de euros diarios. Eso es lo que nos deja sin liquidez”, afirma Vergés.
Para finalizar, apunta que si todas las viviendas acabaran terminándose y vendiéndose a precios correspondientes a las tasaciones con las que se consiguieron los préstamos para promoverlas, se recuperarían alrededor de 450.000 millones de euros, casi el importe de toda la deuda del sector inmobiliario con los bancos nacionales.