Borja Mateo es experto inmobiliario y autor de los libros “La verdad sobre el mercado inmobiliario español” y “Como sobrevivir al crack inmobiliario” (editorial Manuscritos) www.borjamateo.com
Nuestro país vivió durante el periodo 1973 a 2006 una fortísima crisis inmobiliaria que hizo que los precios de los pisos subieran el 8500 a 9000%. Desde entonces, y en el mercado entre particulares, los precios de los pisos ya han bajado el 53%. Gracias a las dinámicas de población, oferta y demanda, hay muchas razones para pensar que los precios bajarán un rango del 75 al 85% hasta que los mismos se estabilicen.
Así mismo, desde el pico de los precios de alquiler alcanzado a principios de 2007, los precios de las rentas de vivienda se han desplomado ya el 45%. A todas estas rebajas hemos de añadir el desarrollo muy positivo de los precios de venta de lonjas comerciales, de sus alquileres y de las naves industriales. Que la bajada del grupo formado por estos últimos es mayor que el experimentando en el mercado de vivienda se deriva de que en la compra de vivienda no existe en nuestro país la dación en pago; de esta última se benefician las empresas en caso de ser deudoras.
La consecuencia más sangrante de la nueva dinámica positiva de los precios de los pisos es que muchas personas se han empobrecido profundamente. Pero, cuales son las ventajas más importantes que se derivan de desmoronamiento del mercado inmobiliario? Ciertamente muchas y se habla muy poco de ellas.
Aumento de la competitividad de nuestra economía
Los dos mayores gastos con los que se enfrentan las empresas, son los derivados de la fuerza de trabajo y los del alquiler o de amortización del local adquirido. Si estos últimos disminuyen fuertemente, las consecuencias lógicas son varias: aumento de sueldos o de los beneficios. En una situación de fuerte devaluación interna (deflación) los primeros no pueden crecer ya que dañarían la competitividad ganada y chocan contra el principio de abundancia de trabajadores desempleados.
La segunda opción es el aumento de los niveles de beneficio empresarial. Estos últimos revierten directamente en el aumento del llamado Capex (capital expediture) o lo que es lo mismo: una parte de los mayores beneficios son usados en el crecimiento de la empresa, renovación de las máquinas y demás lo que fomenta el crecimiento del país, disminuye el número de persona sin empleo con lo que aumenta la presión para que los salarios crezcan.
Mayores facilidades para que los jóvenes se independicen
La bajad del precio de los alquileres del 45% respecto a los precios del pico por allá en 2007, hace mucho más sencillo que los jóvenes de nuestro país puedan dejar el domicilio familiar mucho antes, maduren más rápidamente y puedan realizar sus proyectos de vida más fácilmente. Ahora lo que hace falta es un cambio de mentalidad y que la gente opte por dejar de vivir hasta la eternidad con sus padres; que no se quejen, porque nunca ha sido más sencillo independizarse de lo que lo es ahora.
Aumento de la natalidad
En el pico de la burbuja inmobiliaria, el español medio se veía obligado a casarse con una hipoteca durante 29 años de media a la vez que tenía que gastarse casi 15 años de su salario tras impuestos con el fin de acceder a una vivienda en propiedad. La creencia de que había que comprarse una casa, hacía que la renta disponible para otros gastos fuera muy pequeña. Consecuencia de lo anterior, y sumado a otra serie de cambios culturales, la tasa de natalidad ha permanecido muy baja en nuestro país durante los últimos anos. El hecho de que los precios de las casa bajen de forma tan sustancial libera una enorme presión que pesaba sobre la ciudadanía que ahora puede respirar mucho más tranquila.
Mayor movilidad laboral
Las distintas reformas de la Ley de Arrendamientos Urbanos así como del proceso se desahucio judicial en caso de impago, han hecho que la seguridad jurídica en las relaciones de alquiler mejore sustancialmente. Derivado de lo anterior, los propietarios de los pisos tienen mayores garantías de poder recuperar sus casas en caso de impago. De lo anterior se da un aumento de la oferta de pisos en alquiler con una demanda mucho más floja, con lo que los precios de los alquileres sufren un buen varapalo. Todo lo anterior hace que aumente la facilidad de encontrar casa en alquiler, no tener que amarrarse a ningún banco a través de la hipoteca y fomenta que la gente pueda desplazarse más fácilmente de una ciudad a otra en búsqueda de oportunidades de trabajo.
Mejor distribución del ahorro en la economía hacia actividades de alto valor añadido.
El hecho de que los incentivos para invertir en casas sean cada vez menores como consecuencia de la continuada caída de los precios de los pisos y de los alquileres, hace que el ahorro se dirija hacia actividades de mayor rentabilidad que antes habían sido abandonadas ante el reinado del ladrillo. Entre estas actividades destaca la industria de todo tipo. Dada la naturaleza de mayor capacidad de aumentos de productividad en la misma respecto a los que se dan en la construcción, los aumentos de salario son mucho más factibles con lo que el país se enriquece. Es necesaria la acumulación de capital en actividades intensas de inversión con el fin de garantizar un crecimiento sano del conjunto de la economía del país. En definitiva, menos ladrillos, más investigación e industria.
Alivio para el comercio y aumento del emprendimiento
La bajada de los alquileres y de los sueldos que estamos experimentando, hace que nunca haya sido más fácil crear una empresa y generar riqueza tanto para uno mismo como para la sociedad. La necesidad de crear nuevas ideas para salir adelante y conservar parte de lo que se tuvo, obliga a la ciudadanía a pensar en nuevas ideas y llevarlas a cabo. El hecho de que los precios de los pisos subieran de forma indefinida, dajaba al mercado inmobiliario como la única forma de enriquecimiento.
El lujo al alcance de todos
La caída de los precios, también en las zonas de lujo, hace que todo el mundo pueda acceder a zonas de residencia en las que sólo habría soñado hace unos anos. Que sirva como muestra: bajadas de precios de pisos del 60% en La Moraleja, el 35-39% en Chamberí o Chamartín, el 35-40% en Indauchu o Abando-Ibarra, el 41-42% en Pedralbes o el 35-40% en Las Arenas, son una muestra más de popularización de zonas hasta el momento inalcanzables para muchos.
Aumento del espíritu crítico con nosotros mismos
Durante esta crisis hemos podido constatar como ciudadanos que fue nuestra desidia uno de los elementos que la hizo posible. No echemos la culpa solo al sistema, al capitalismo o a los ricos, porque, cada vez que animábamos a nuestro hijo a hipotecarse, estábamos poniendo nuestro granito de arena para que la burbuja se formara…lo seguimos haciendo?
Cambios en la filosofía de vida
La crisis inmobiliaria se basó en una profunda crisis de valores según los cuales la gente valía lo que tenía, teníamos derecho a todo sin hacer nada y todo nos lo tenían que financiar desde fuera. El haber hecho creer a toda una generación que la naturaleza normal de las cosas es la opulencia, ha creado en amplios sectores de la población un enorme sentimiento de frustración ante la constatación de que esas quimeras no son sostenibles.
La felicidad de una sociedad se mide por el sentimiento de satisfacción que produce la situación en la que se encuentra; de esta forma, una personas pobre puede ser muy más feliz que una rica si llega a la convicción que su vida es plena. El haber hecho creer a la población que el infinito era alcanzable, que sólo se sería feliz mediante la acumulación irrefrenable de bienes, ha creado un enorme sentimiento de frustración, ira y angustia entre muchas personas contra el Estado, los llamados “ricos” (los que no se gastaron lo que tenían) y la vida en general. Pisar tierra, darse tiempo para bajar del tren y poder mirar alrededor y constatar cuáles han de ser las prioridades naturales de una persona sana, es una forma muy efectiva de mejorar la calidad de vida de todos.