En un mundo en crisis, también la arquitectura se ve abocada a revisar sus bases, a ponerse al servicio de la sociedad y, sobre todo, a adaptarse a los recursos con los que ésta cuenta.
El movimiento, aún en estado embrionario, aboga por concebir la arquitectura como un organismo vivo, que tenga en cuenta el impacto del edificio, su consumo y su capacidad de generar y almacenar energía. Y es que, según afirma Ruiz-Geli, adalid catalán de la arquitectura sostenible y Premio Tendències 2008, en una entrevista concedida a El Mundo, «la primera razón de cambio climático es la arquitectura. Los edificios producen el 40% de la emisión de Co2 a la atmósfera».