Los analistas estaban proyectando que 2015 sería un buen año para el sector inmobiliario, incluso antes de que el jueves pasado, el Banco Central Europeo, BCE, anunciara la compra masiva de bonos de los 19 gobiernos de la zona euro. Tras las medidas anunciadas, las perspectivas para el mercado inmobiliario mejoran.
Con la prudencia que exige aventurar pronósticos, cabe afirmar que las medidas tomadas por el BCE pueden dar lugar una mejora sustancial en el mercado inmobiliario europeo en general, y que el efecto será de mayor intensidad en algunos países como España.
Las medidas adoptadas por el BCE, que habían sido anunciadas y, por lo tanto, esperadas, sorprendieron tan sólo en la cuantía a emplear por el banco central a la compra de de activos. Los efectos que tendrán repercusión en la práctica totalidad de los segmentos inmobiliarios derivan de la mejora de factores tales, como la bajada los rendimientos de los bonos; devaluación del euro frente al dólar, la libra esterlina y otras monedas; aumento de la financiación bancaria a empresas y familias, además del objetivo principal perseguido por el BCE, que no es otro que la recuperación de la economía europea, según Draghi, el BCE continuará con la acción emprendida hasta conseguir el objetivo.
El fenómeno de esta expansión cuantitativa se debe a que una parte importante de la inmensa deuda generada por familias y empresas volvió a las puertas de los bancos de donde había salido. De ahí pasó a los Estados, para terminar ahora en el Banco Central Europeo, que ya no tiene nadie a quien pasarla, y toma la decisión de crear dinero nuevo para compensarla.
Cuando estamos a poco más de un mes para la puesta en práctica de las medidas, el punto de partida es que bancos e inversores tengan más dinero en el bolsillo creado de la nada. La meta es que ese dinero abandone los circuitos financieros, anegados de liquidez, para buscar apuestas más rentables en la actividad real.
Aunque los tipos de interés de los bonos están ya muy bajos, la entrada de un comprador tan fuerte como el BCE en el mercado encarece los bonos, lo que se refleja en una caída de sus rendimientos. Parece lógico que los inversores, que invierten normalmente en bonos, busquen otras alternativas más rentables como los activos inmobiliarios.
La caída de la rentabilidad de los bonos presionará a la baja a la rentabilidad inmobiliaria provocando el aumento del valor de los inmuebles. Un aumento de los valores inmobiliarios permitirá que algunos activos que están valorados ahora por debajo de su coste se saneen, total o parcialmente.
Por otra parte, la devaluación del euro frente al dólar, la libra esterlina y otras monedas, disminuye relativamente el precio de los ya baratos inmuebles españoles, para los inversores que operan con esas monedas, propiciando un aumento de la inversión inmobiliaria.
Este efecto se espera que sea particularmente importante o al menos más visible para el segmento turístico residencial, puesto que además de potenciar el turismo hacia España en general, los compradores de fuera de la zona euro encontrarán estos bienes más baratos. El euro que se cambia ahora a 1.12 dólares va camino de la paridad con la divisa americana.
Los bancos van finalmente a facilitar financiación a empresas y familias, para poder colocar la liquidez de que disponen y obtener beneficios, lo que sin duda contribuirá a que la economía se recupere. Si la economía se recupera, lo harán también los fundamentales del mercado inmobiliario, es decir la demanda ocupacional y las rentas.
Sin embargo, no todo es de color de rosa y, como ocurre en el cuento de la lechera, si se tropieza en la recuperación de la economía europea, y la demanda ocupacional y las rentas no crecen al ritmo al que lo hagan los precios de los activos , entonces el incremento de valores que haya tenido lugar no será sostenible y estaremos en una burbuja sin soporte fundamental.