El alud de ejecuciones hipotecarias de viviendas pertenecientes a los particulares por parte de la banca y la salida a subasta de miles de viviendas que se prevé para 2010 (estimada en unas 150.000 en los próximos meses, alrededor de un 15% del stock actual), puede acelerar, a juicio de los expertos, la caída de precios residenciales con efectos devastadores para el mercado inmobiliario.
Una de las consecuencias de la avalancha de viviendas en procesos de subastas preocupa a las entidades financieras y promotores inmobiliarios, porque al no haber capacidad de absorción por parte de los habituales compradores (los subasteros), las adjudicaciones están quedando desiertas, siendo las propias inmobiliarias de los bancos las que acuden en soledad a quedarse con estos activos a precio liquidativo.