Varias autopistas de peaje están al borde de la quiebra, el Plan Renove de las autovías antiguas necesita una inyección que compense las obras adicionales y mejoras que se han hecho, la nueva normativa contable peca de bipolar para los grandes grupos empresariales… y para colmo, el afán de austeridad del Ejecutivo se ha traducido en el recortazo a la inversión en infraestructuras, por valor de 5.700 millones de euros. Todo ello se suma a los defectos que arrastra el sector: sobrecapacidad, baja capitalización y gran competencia, amén de un obligado cambio de tendencia en su política de pagos a proveedores, por la nueva Ley de Morosidad.