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Estrategias de los jóvenes para emanciparse y lograr una vivienda

jovenemancipadoLas características que configuran a una persona adulta son la consecución de un trabajo y una pareja estables, un piso en propiedad, y la formación de una familia. Con estas etapas cubiertas, se produce la emancipación y aparece la persona centrada, auto-sostenida e independiente, es decir, adulta. Sin embargo, en este momento, esta transición no está tan clara ni definida, según las conclusiones de la investigación que el sociólogo Diego Carbajo ha desarrollado en la Comunidad Autónoma Vasca. La actual situación socio económica hace que los requisitos tradicionales se rompan, que la juventud se prolongue y la precariedad se instale en la adultez.

Tras analizar las entrevistas realizadas a 23 personas jóvenes de clase media de entre 25 y 34 años residentes en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, Diego Carbajo ha encontrado una juventud conservadora que a través de estrategias innovadoras buscan soluciones eventuales a su problema de emancipación. Estas vías se convierten en muchos casos en permanentes y la persona joven deja de serlo para convertirse en una adulta en situación precaria o «cuasi-adulta». Esta precariedad se acentúa en el caso de las mujeres, más condicionadas por una estructura socio-laboral y cultural que perpetúa sus dependencias.

Unas décadas atrás el modelo «familia Alcántara» determinaba cuando una persona se convertía en adulta-independiente con unas relaciones familiares-afectivas, un empleo y una vivienda para siempre. «Ahora esa estabilidad ya no existe y se dan muchas situaciones intermedias que obligan a la persona a reconfigurarse y reconvertirse para gestionar cada día más dependencias. Esta precariedad da forma a sus vidas, aunque alrededor de los treinta años buscan alternativas para cumplir con los requisitos que se le presuponen a una persona adulta», según explica Diego Carbajo.

La investigación desarrollada por el sociólogo se ha centrado en las estrategias que la juventud utiliza para poder acceder a una residencia. En este sentido, Carbajo destaca que, a pesar de la crisis económica y la inestabilidad laboral, la propiedad de una vivienda sigue siendo un objetivo prioritario para la persona joven y para conseguirlo se apoya en la familia. «De esta manera, el modelo de familia del Mediterráneo, que suple al Estado del Bienestar proveyendo todo tipo de recursos, se mantiene; aunque esta estructura carece de la capacidad que tuvo hace varias décadas, cuando sostenía a sus integrantes y, por ejemplo, movió a familias enteras en los procesos migratorios interestatales. Ahora la familia es más pequeña y está debilitada; pero su papel en el imaginario social sale reforzado. Los jóvenes se manejan bajo la idea de que la familia siempre va a estar ahí», destaca.

En su transición a la adultez, la persona joven prolonga estratégicamente su estancia en el hogar para ahorrar y poder endeudarse en la compra de una vivienda; ahora bien para obtener una cierta autonomía, la estrategia de «vivir en casa» se complementa con espacios propios en el domicilio familiar, el alquiler de una lonja, la furgoneta equipada o los viajes, entre otros. Así, logra ciertos márgenes de independencia e individualidad, mientras ahorra para comprar una vivienda propia, o, dicho de otra forma, adquirir una deuda.

Quien opta por «vivir fuera de casa» para resolver su necesidad de emancipación, acepta la segunda residencia familiar, accede al piso en propiedad con el aval de la familia al contraer la deuda, o alquila y comparte un piso. Esta última solución, eventual en su inicio, se está convirtiendo en definitiva en personas que superan los treinta años. Así, con el paso del tiempo, en una coyuntura social en precarización, quien comparte piso teje relaciones cuasi-familiares más allá de la amistad, y reaparecen antiguas formas de ayuda mutua más propias de comunidades pequeñas y rurales que de entornos urbanos.

A juicio de Diego Carbajo, «a pesar de que en la actualidad se detecta un aumento de las solicitudes de viviendas de alquiler, en realidad, esta tendencia no refleja un cambio cultural, sino una estrategia económica, porque no quedan otras salidas. En diez años se verá si la tendencia se traduce en un reforzamiento del alquiler«. El investigador afirma que «las políticas públicas de vivienda con el sistema VPO han confundido el derecho a la vivienda con el derecho a la propiedad y han generado bastantes problemas de endeudamiento». La búsqueda de una vivienda en propiedad hace que se normalicen situaciones de dependencia y las categorías de personas dependientes e independientes se diluyan. «Las cargas económicas son menores para quienes viven en casa que para quienes compran un piso; pero, ¿la persona que vive fuera y acude todos los días al hogar de origen a comer y dejar la ropa para lavar está más emancipada que quién vive en casa de los padres pero sólo come y duerme en ella? «, pregunta Carbajo.

En la trayectoria hacia la adultez, la estabilidad laboral es una seña de identidad y, al mismo tiempo, un factor que facilita el acceso a una vivienda en propiedad, el principal objetivo de las personas entrevistadas. Por estas razones, con el fin de superar la precariedad laboral, cada vez más jóvenes emplean más tiempo en la formación y el aprendizaje permanente. Ambas se convierten en una tarea y un fin en sí mismos. Es la manera de conseguir un empleo, de mantenerlo o de mejorarlo, y en consecuencia, de abrir la posibilidad de acceder a una vivienda. La juventud trabaja en su tiempo libre ampliando indefinidamente su formación y sus redes de apoyo. Y cuando se encuentra en paro, moviliza sus recursos intelectuales y formativos para convertirse en una persona emprendedora. En conjunto, todos están llamados a ser los empresarios de sí mismos y auto-explotarse en la búsqueda de la estabilidad o la realización personal.

Estamos ante una sociedad formada por personas con una gran capacidad de acción y movilización, que emplean estrategias nuevas para reproducir un modelo normativo de individuo; es decir; ser una persona independiente, que se sostiene por sí misma, con un trabajo y una pareja estable que dispone de un piso en propiedad y forma una familia. Sin embargo, hoy día la precariedad está instalada en una sociedad donde ni el empleo, ni las relaciones afectivas son para siempre, y donde disponer de una vivienda en propiedad, en realidad, significa someterse con otros a una deuda y gestionar múltiples dependencias. De este modo, aunque empleen tiempo, dinero y esfuerzo, es difícil conseguir los objetivos que tienen incorporados a largo plazo.

Hoy día, la juventud se contenta con llegar al mes siguiente. «Son ‘profesionales del ir tirando’.-acuña Diego Carbajo- En un escenario donde no tienen certezas y es más probable empeorar que mejorar, mantenerse en el presente es la única opción que manejan. Sus progenitores sabían que con tiempo y esfuerzo podían emanciparse definitivamente y progresar. Hoy en día una persona no tiene asegurada ni la estabilidad ni el progreso, pero sí su precariedad. Por eso mismo, la prolongación de la juventud tiene mucho que ver con la precarización de lo adulto.»

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